Hoy está presente un desplazamiento que se aferra a explorar fronteras que permitan vías de fuga desde una realidad cada vez más inadmisible y frustrante hacia territorios abiertos y fecundos. Dicha migración implica renovaciones teóricas e intensidades prácticas de las que surge la exigencia de reconocer críticamente lo recorrido y lo desandado, trazar agendas pendientes y edificar futuros viables; aportar a ello es la intención central de este congreso.

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En tal contexto, la educación ambiental no ha sido resistencia en silencio, sino praxis en diálogo expansivo con referentes de pensamiento emancipador: la ética como conciencia activa, la ecología política como plataforma de solidaridad con la Vida y la descolonización como reivindicación de esencias que han estado apresadas en la sombra, entre otros. 

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La educación ambiental es un campo que, a pesar de ser cómplice de sus propios traspiés y motor de sus propios méritos, se mantiene como escenario en el que confluyen movimientos y prácticas pedagógicas, inadvertidos o evidentes, que se sostienen en la brega, más en función de lo posible que de los desencantos. En este congreso se busca, entonces, reinventar crítica y propositivamente lo sembrado con el fin de pigmentar mejores atmósferas futuras.

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